sábado, noviembre 04, 2017

E(qui)vocación

Hace unas cuantas noches, al meterme en la cama, me llegó un recuerdo evocador de su piel. Un olor a leña, a tierra húmeda, a vida. Hace mucho, muchísimo que no sé nada de él. Pero a veces lo recuerdo, aunque después de tanto tiempo no imaginé que mi cerebro guardara aquello: Su olor. Quizá, quién sabe, jugó un papel decisivo en mi idea genial de que él era el definitivo, que su piel escondía la semilla fértil que me amarraría a la vida, que me haría abandonar mi mundo etéreo de musas y hadas y así reconducirme, seguir el paso marcado por lo convencional, lo bueno, lo correcto (socialmente hablando). 

Al día siguiente aproveché que no llovía (aún) y quité las sábanas. Sacudí con fuerza tratando de borrar los "¿qué hubiera pasado si...?". Pero fue inútil. Quizá sería feliz, con dos o tres chiquillos demandando mi atención y ensanchando mi corazón. O quizá muy desgraciada, detestando cada día más ese rostro junto a mi almohada cada mañana, amarga, reprochándome no haber escuchado a mis ganas locas de salir corriendo. 
 

Saqué unas sábanas recién planchadas del armario, un nuevo olor inundó mi habitación. Volví a sonreír. Estoy segura, hice lo correcto.

martes, octubre 03, 2017

Las cosas del querer

Y qué bonito es cuando se quiere bien.

Porque a veces creemos que todo es igual, que los afectos tienen un solo nombre y una sola forma.

Pero no, no es así.

Querer bien se quiere en contadas ocasiones. Ya se sabe, lo bueno se vende caro. Si tu corazón no crece, no estás queriendo bien. Si tus sentidos no se subliman, desconfía. Conformarse, amoldarse, estar y no estar... olvídalo, así no es.

Querer bien es algo que se siente una vez. Un calor de hogar que se instala en lo más profundo de tu ser. Añorarás la primera llama, pero aunque no la vuelvas a ver, ahí estará. Porque hay un antes y un después. Y quien albergó un bien como ese, no lo pierde más.

Quien bien te quiere, te quiere bien.

martes, septiembre 26, 2017

Parpadeo

Cierro los ojos. Veo a dos personas sentadas una al lado de la otra, hombro con hombro. En un banco de piedra, bajo el tibio sol de otoño, no pueden mirarse de frente pero mantienen una conversación pausada. Oigo el latido de sus corazones pero no sus palabras. Puedo imaginar lo que se dicen. 

Abro los ojos. Ya no están en ese banco, pero no andan lejos. Se sientan uno frente a la otra y siguen conversando. Escucho lo que se cuentan, sus risas. No oigo el latido de ninguno de los dos, pero imagino que esta vez su ritmo es más pausado.

domingo, septiembre 17, 2017

Saldando viejas cuentas

Hace doce años (¿ya? Por favor, que alguien me diga dónde está el freno del paso del tiempo) cuando empezaba a escribir en este blog, más o menos a estas alturas de septiembre, escuchaba eso del "setenta veces siete", y seguía encandilada con un fragmento sobre el perdón que alguien había escrito pensando en las actrices que podríamos representarlo. "Los odias, ¿verdad? (...) ¿Y qué consigues con odiarlos? ¿Saben ellos que les odias? No. ¿Sufren ellos por tu odio? No. Muchas veces el que es odiado vive feliz (...) el resentimiento sólo destruye al resentido".

Pero llegó el momento de ponerlo en práctica y allí falló un poco la cosa. Todos conocemos la teoría, pero claro, no es tan fácil aplicarla. Con la perspectiva que dan los años me doy cuenta de que la supuesta ofensa fue una tontería. Que en realidad estábamos todos muy nerviosos con la cercanía del estreno. Y la verdad, yo también había tenido parte de culpa. Menos mal que la labor de dirección supo suavizar los ánimos de ambas partes y la cosa quedó en aguas de borraja. Por cierto, curiosa expresión esa del agua. 

En fin, por aquel entonces yo no albergaba rencor a nadie. Era joven e inexperta. Pero en este tiempo, en estos doce años, sí he sentido pulsiones de odio por ciertas personas. Gente que me infringió algún mal a propósito, haciendo que peligrara aquello que tanto me costó conseguir y que a ellos les llegó como caído del cielo. Y sí, disfruté planeando venganzas (pintadas ofensivas; huevos, harina y/o pedradas a su coche de alta gama; cartas 'oficiales' denunciando su ineptitud...). Hasta en cierta ocasión, cuando ya habían pasado tres o cuatro años de aquello y me llegaron ecos de su perfidia (sí, sí, que seguían moviendo hilos para fastidiarme), fantaseé con la canción de Siniestro Total (un saludo a Cea por las veces que me atronó los oídos con sus cintas de cassette y su walkman en las clases de Dibujo de 1º de BUP) Bailaré sobre tu tumba (bap, churué, bap, churuá).

Pero a día de hoy, cuando he vuelto a oír lo del 70 veces 7, me he dado cuenta de que realmente no merece la pena. Ya casi ha pasado una década. Y sí, fueron mala gente, pero por suerte después he encontrado personas maravillosas que me ayudaron a creer de nuevo, a ilusionarme por mi profesión. A reconocer que sí, que yo valgo para lo que estudié y que bien merecido tengo aquello por lo que me esforcé (y que, todo sea dicho, me costó parte de mi salud). 

Además, cierto es que nadie es perfecto. Yo no lo soy. Y muchas veces también se me han perdonado mis maldades. Mi deuda también ha sido grande. Es. Así que, bueno, aún quedan rescoldos (en todas las acepciones de la RAE) que apagar. Y el tiempo apremia. Mejor no procrastinar esta vez. Porque el odio es la cama donde descansan muchos de los males de la naturaleza de nuestra imperfecta humanidad.


jueves, septiembre 14, 2017

Liga de campeones

Parece ser que ayer comenzó la liga de campeones, la de Europa. Lo sé porque la radio esas noches está imposible. Todo son locutores espídicos en las ondas. Bueno, ya sé que siempre se pueden encontrar emisoras que no radien el fútbol (pocas, aunque haberlas hailas), pero me da pereza andar moviendo la ruedecita y luego no encontrar de nuevo la emisora que suelo escuchar. 

Liga de campeones. Es curioso. A mí la competición que me hace gracia es la de la copa del rey. No porque sea especialmente monárquica, sino porque me parece más variada. En la de Europa, la de los campeones, ya lo dice el nombre: participan los más guapos, los que se gastan más pasta, los que están bien arriba en las clasificaciones de la primera división. En cambio, en la copa del rey a veces hay partidos divertidos en los que un equipo de esos que llaman pequeño (aunque tenga el mismo número de jugadores y una media de estatura parecida, supongo que los llaman así porque lo que es pequeño es el presupuesto y/o el graderío del campo donde juegan) le gana a un equipo de esos acostumbrados al estrellato, que no al estrellazo. 

Hace tiempo que pienso que las personas, sin saberlo, o bueno, a lo mejor alguna sí se da cuenta, nos autoclasificamos en una liga y terminamos por relacionarnos con personas que creemos que están en una categoría similar a la nuestra. Conocemos a alguien y lo/nos evaluamos. "Uf, este juega en otra liga". Pero fíjate, que a veces se dan situaciones curiosas en las que de pronto alguien que pensaba que pertenecía a una tercera regional hace buenas migas con alguien que podría ser catalogado como de un equipo estrella. Y te das cuenta de que al final tampoco son tantas las diferencias, que esa rubia prototipo de jefa de animadora es en realidad una chica simpática y con un sentido del humor muy ácido. Porque no hay nada peor que perderse partidos por creer que no vamos a estar al nivel. Juguemos sin categorías, en una liga donde lo importante, de verdad, sea participar y disfrutar con los demás.

martes, septiembre 12, 2017

Día de asueto


Estamos en fiestas villanas (de la villa donde vivo) y como suele pasar cuando tienes un día suelto en mitad de la semana laboral, al final del día te das cuenta de que no has hecho mucho, o más bien casi nada de lo que te habías propuesto hacer.

Pero seamos benévolos con nosotros mismos. Total, es un día de fiesta, ¿no? De vez en cuando hay que hacerse un regalo. Aunque solo sea darse tiempo para hacer el vago.

El tiempo transcurre dulce. Y vuelvo a mirarme en ti. De nuevo me parece que tus ojos quieren decirme algo más que las gracias que me das al despedirnos. Pero a lo mejor son ilusiones mías, o un espejismo de agua azul en mitad del desierto. Quizás.

Yo, por si acaso, seguiré bebiendo agua a sorbitos, que al final es lo que mejor quita la sed.

Tener fiesta un martes es como recibir un regalo sin envolver. Parece que si al menos hubiera sido lunes, luciría mejor. Pero al final el regalo es el mismo: 24 horas. Un día más (o menos).

lunes, julio 31, 2017

La piel


Dicen que la piel es el mayor órgano del cuerpo, que ocupa 2 m²  más o menos. También dicen que sirve de barrera protectora, hablan de la dermis, la epidermis... Pero se les olvida lo más importante, que la piel guarda el tesoro de las caricias que se dan y se reciben y el pulso que sentimos bajo ella es el recuerdo de todas las que nos marcaron. 

Recuerdo, por ejemplo, aquella mano tímida que se entrelazó con la mía paseando por el Battersea Park londinense. Nuestras pieles se tocaban por primera vez, ingenuidad y cariño compartidos por dos apátridas en una primavera que no llegó. Y aquella otra piel que pidió permiso, que me habló de un anhelo, 'no puedo tenerte cerca sin desear tomarte de la mano'. Aquella puerta franqueada al fin, los labios que se encontraron, la arena de una playa, la suavidad de terciopelo... ¡por favor, si mi piel al lado de la tuya parece una lija! "Usa aceite corporal", me aconsejó una buena amiga. Ojalá lo hubiera descubierto antes.

Recuerdo aquel despertar, con la voz de Freddie Mercury cantando para mí "Too much love will kill you". El vello erizado, la piel tensa, dejarse llevar y sentir un estallido. Temblar, llorar del susto. ¿Esto es así? ¿Es normal?

Apoyar la cabeza sobre la piel de otro, sentir su corazón, ver el atardecer de un otoño entre las nubes y pensar "la eternidad debe ser algo parecido a esto".

martes, julio 04, 2017

La verdad y nada más que la verdad, señoría

Hace tiempo, mucho ya, una amiga manifestaba en su blog (cuando los blogs andaban en auge) que estaba harta de fingir, de ser correcta, de no decir lo que pensaba y se mostraba determinada a cambiar, a hacer un punto de inflexión en su vida y a partir de ese momento decir la verdad en todo momento.

Yo, que fui acusada en ocasiones varias de tener la conciencia muy laxa, comenté que lo que en principio parecía una buena idea, no lo era en absoluto (en mi modesta opinión, claro). No es que quiera/quisiera hacer apología de la mentira, no. Lo que pasa es que por experiencia sé que en general no estamos preparados para la verdad. Ni nos paramos a discernir en ocasiones la verdad del engaño, ni mucho menos nos gusta que nos la digan a la cara. Porque la sinceridad es una palabra bonita en sí, pero, como le dije a mi amiga (bueno, le escribí en un comentario de su entrada del blog) "igual que no te desnudas delante de cualquiera, tampoco hace falta que seas cien por cien sincera con cualquiera".

Claro que necesitamos quitarnos la máscara, por supuesto. Vivir con ella puesta en todo momento es agotador. Por eso es bueno tener cerca a alguien que nos entienda, que nos escuche, que nos diga la verdad y a quien decírsela. Alguien con quien poder ser tú sin correcciones impuestas por una sociedad. Pero opino que ese alguien tiene que ser escogido. A simple vista es difícil reconocer entre la gente a las personas que no temen oír lo que no siempre es agradable oír.

Sinceros del mundo, manejad con cuidado la verdad. Conozco a uno que después de tres cuartos de siglo (casi) de escrupulosa sinceridad vio su palabra comprometida por un mentiroso compulsivo. Vamos, que más de setenta años de sinceridad no pudieron con una década de engaños y mentiras demostradas. Porque la verdad era incómoda y la mentira tan... ¿conveniente?

domingo, junio 18, 2017

Sábado de función

Ayer representábamos por... a ver que echo cuentas... puf, no sé. Yo creo que ya hemos pasado las veinte funciones con el mismo montaje. ¡Qué maravilla! Después de lo difícil y largo que fue el "parto" le hemos sacado mucho partido a esta magnífica obra de Lorca.

El caso es que después de tanto tiempo (tres años ya de su estreno) ayer, a las cuatro de la tarde, como que no tenía muchas ganas de representar nada. Más bien tenía ganas de buscar una buena sombra y echarme un rato, que además tenía los riñones al jerez. Pero no hubo siesta y se avecinaba un nubarrón de mal humor. Empieza a llegar el resto de la compañía. Pero mira que son majos. Vamos con el ensayo técnico. Uf, qué perezón.  Repaso otra vez, cuidado con las salidas, no hay mucho sitio.

El público espera fuera con ganas de entrar. Ultimamos detalles de escenografía, vestuario, maquillaje... Abren las puertas. Esperamos en un espacio muy pequeño, armados con dos abanicos. "Eh, vamos a hacernos un selfie" "Yo es que me he dejado el bolso fuera, que aquí no hay espacio para nada". Suena la música. Salen los actores de la primera escena. La función transcurre bien, muy bien. El público está entregadísimo. Termino mi primera aparición y oigo un "¡Muy bien!" de alguien sentado en el patio de butacas. Me sonrío y me acuerdo de aquella función en Getafe allá por febrero del 2015, donde la media de edad era parecida a la de ayer y también se entregaron en cuerpo y alma. Termina la función. Llegan los aplausos. Y después los agradecimientos y los buenos deseos. Es curioso, la mayoría nos desea salud. Y es que con los años uno aprende eso, que lo importante es tener salud para poder seguir haciendo lo que nos gusta. 

jueves, junio 15, 2017

Reunión de vecinos

Están más o menos los de siempre. Los que, como en el colegio, se sientan en las primeras filas y los que prefieren sentarse atrás. Pero no te fíes, no son los más gamberros, ni tienen intención de reventar la reunión. Se sientan atrás para observar sin ser observados. Aunque bueno, algún chuleta perdona vidas sí hay. Y el típico graciosillo medio guapete, también. Como en el cole. 

Ha venido alguna mujer que acaba de llegar de pilates o de correr. Otra que viene de entregar al nieto a sus padres. A los de ella no, a los del nieto. Dos o tres matrimonios (estos se tomaron muy en serio lo de permanecer juntos en lo bueno y en lo malo). La dueña de un local, los representantes de otro gran local. Pero en general hay más hombres que mujeres. Y menos mal que la de la administración es mujer. Aunque ganan los hombres por abultada mayoría.

Punto a punto se avanza a trompicones. Corrillos, tensiones, el voceras empieza a gritar y su abnegada esposa trata de apaciguarlo 'ay, cariño, cálmate', dar vueltas a un punto y llegar a la conclusión 70 minutos después, pedir voluntarios para una comisión (aquí no se apunta ni el Tato), el gallito que acusa, el personal acusado que decide hacer oídos sordos, el graciosete que le tira pullas al voceras, la mujer que se queja porque a su marido le va a subir la tensión, el matrimonio que se hace pequeños arrumacos, el presidente que presenta la dimisión porque en breve dejará de ser propietario (pero no ha querido decir por cuánto ha vendido el piso)...

No sé por qué sigo viniendo. Pero bueno, total... Así tengo algo sobre lo que escribir.

miércoles, junio 14, 2017

44

Nadie supo cómo lo hizo. Pero estaba claro que no lo había hecho solo. De todas formas ya era tarde para preguntar. Cuando se dieron cuenta, ya hacía tiempo que había dejado su puesto de trabajo y su casa. Tampoco supieron explicar por qué lo había hecho. Algunos, los más soñadores, pensaron que quizá fueron sus ganas de escapar de aquel valle y conocer mundo, aunque muchos otros creyeron que estaba atravesando un mal momento, ya se sabe, la crisis de la edad. Lo seguro es que nadie volvió a saber nada de él. Y eso que pocos confiaron en aquello que se decía. Porque aunque no eran muy instruidos, tampoco se dejaban influenciar por las supercherías de los viejos.

lunes, junio 12, 2017

Teresa y Javier


Cuando Teresa sube al tren, la luz que se refleja en sus ojos deslumbra a Javier. El vagón va lleno, y al deslizarse sobre los raíles, Teresa siente que el tren de cercanías logra un imposible: que la vida se detenga por un momento. El paisaje cambia, las estaciones se suceden, el tiempo fuera del tren pasa. Pero dentro todo permanece y Teresa se siente feliz y eternamente viva. Javier también permanece… callado. Hoy tampoco reunirá valor para hablarle. Y para él, el mundo entero cabe en ese tren y en la mirada de esa mujer.

domingo, junio 11, 2017

Aniversario

Esta tarde, mientras viajaba en el coche y en un momento en que la conversación decaía, me fijé que en la radio mencionaban nombres de personajes relacionados con la Transición. No es que yo sea muy docta en historia, pero en la universidad tuve que hacer un trabajo de investigación sobre la época y todavía recuerdo esos nombres. Empiezan a sonar los primeros acordes del Libertad sin ira y digo: "ah, claro, están recordando los 20 años que se cumplen de las elecciones del 77". E inmediatamente caigo en mi error. "Ay, no, qué digo, si son 40".

No, si ya te digo yo que estas dos últimas décadas se me han pasado en un suspiro.

En fin, que me ha sobrecogido el dato de participación de aquellas elecciones. Yo no había nacido, ni siquiera estaba en proyecto (aunque no faltaba mucho, a quién quiero engañar). Pero documentándome para aquel trabajo me vi una serie documental, valga la redundancia, que estaban echando en aquel momento en el canal de historia (supongo que conmemoraban los 25 años de la muerte de Franco) y muchas de aquellas imágenes me impactaron y emocionaron. En fin. No sé por qué estoy hablando de esto. Supongo que para los niños de mi cole la Transición les sonará tan lejana y remota como a mí me sonaba la Guerra Civil. Para ellos el único momento que les habrá marcado un antes y un después habrá sido el mundial de Sudáfrica. Porque ahora ya no nos unimos para salir a votar en masa, sino para celebrar los triunfos de una selección que hace rodar una pelota. 


sábado, junio 10, 2017

Sueños ¿por cumplir?

Hace años, más de veinte (ay, ay, que nos hacemos mayores) un viernes, a estas horas, me dirigía con mi pandilla de los dieciséis años a la zona de abajo para degustar unas ricas patatas (bravas y alioli) y refrescar el gaznate con sangría y calimocho. Después pasábamos por un local tranquilo (El Desván) y comentábamos la semana o jugábamos a algún juego tipo "beso, verdad o atrevimiento" o "yo nunca he" mientras compartíamos alguna otra bebida comprada con el bote común. Ya al final de la noche nos desplazábamos a la zona de arriba (más cerca de mi casa) y nos pegábamos unos bailes en las atestadas discotecas. Entrábamos en la de música de pachangueo (La cabaña del Pato Lucas), en la de la música grunge y alternativa (Parklife)  y en la de los éxitos del momento (Capitán). Había otra de música tecno, pero la pisábamos en pocas ocasiones. Tan pocas que ya no recuerdo su nombre.  Y si, entre baile y baile, nos atacaba la sed, aquí ya cada uno elegía su propia consumición para su propia hidratación. Atentos. Por aquella época del siglo pasado estaba permitido consumir alcohol a partir de los dieciséis. Vamos, que éramos legales consumidores de alcohol. Así que, cuando me daban a elegir, entre tanto baile, solía pedir una Coronita. Nunca fui de bebidas con mucha graduación. De hecho, en cuanto empezaba a notar hormigueo en las piernas y que se me soltaba demasiado la risa floja, dejaba de beber. Nunca me ha gustado la sensación de estar perdiendo el control.

Hoy, llega el viernes y aprovecho para alargar la siesta. Porque normalmente mis siestas duran unos quince o veinte minutos, como máximo. Pero hoy, después de terminar la siesta típica, he dormido un segundo tiempo. Así que la cosa se ha alargado bastante. Ya veremos esta noche si me cuesta o no conciliar el sueño.

Y hablando de sueños, en la siesta extra de hoy he tenido un sueño la mar de divertido, en el que flirteaba con un famoso del mundo de la farándula. Uno de esos solteros de oro que acaba de salir de una relación seria y tiene ganas de pasarlo bien. Me enseñaba su nuevo piso y yo fantaseaba con la idea de comprar el piso de al lado. Pero claro, mi sueldo de profesora no me daba ni para pagar el descansillo de la escalera. Él se reía con mi ocurrencia (lo del descansillo) y me decía que no me preocupara, que si salía adelante el proyecto en el que estaba trabajando en ese momento (estaba currándose los preliminares, el tema de buscar financiación y esas cosas) quería contar conmigo. Y seguro que sería un éxito, y podría dejar la enseñanza y comprarme un piso donde me diera la real gana.

Después se marchaba, me decía que tenía que ir al centro, a su antigua casa, a llevar o a recoger algo. A llevar, creo. Porque yo me ofrecía a acercarle en mi coche, para que no fuese cargado. Pero me daba esquinazo con no sé qué excusa. Y yo me decía "uhm, no te fíes de este ni un pelo, que sí parece que le haces tilín, pero me da a mí que este de compromisos no quiere saber nada".

viernes, junio 09, 2017

Habitando las palabras

Habitar las palabras, para que tengan peso, para que el eco que somos de algún genio que tuvo el valor de escribirlas, suene bien claro y no sean solo tinta que yace sobre una hoja escrita. 

No tenía muchas ganas de ir al ensayo hoy. Pero a veces lo que pensamos no se corresponde con lo que sentimos, con lo que nos hace felices. Sí,  hace calor. Sí, estoy cansada de toda la semana. Pero también es cierto que la atracción por el escenario no se puede disimular. Como cuando te dan un abrazo, largo, mientras piensas "no, si guapo sí es, pero no es mi tipo", y al separarte descubres con asombro que tu vello se ha erizado y sientes la piel tensa. Menos mal que estábamos en el patio de butacas y no bajo la luz de los focos. Nadie se ha dado cuenta. No había público mirando.

jueves, junio 08, 2017

Tengo sueño

Y aún me quedan por fregar los cacharros de la cena.

Largo día que ya llega a su fin. Rutina. Comida. Espera. Conversación banal, con vuelta a un espacio común. Testigo mudo de tantos y tantos encuentros. De cartas escritas a mano, de hojas revueltas, de caos y siestas en paz. Sonrío imaginando un futuro que espero sea lejano.

Llaman a la puerta, "solo estaba de visita". Adiós, espero verte pronto.

En la calle azota el calor, dicen que se avecina la primera ola de ídem. ¡Pero si faltan dos semanas para el verano, por favor, qué prisas, señor sol!

Siesta. Fontanero. Cena. Buscar fotos antiguas y hacer una selección. Recordar a quien nos arrebataron y llorar por lo que nos parece tan injusto. Seguir buscando fotos. Sonreír a las caras infantiles que ya no lo son tanto. Terminar.

Y ahora, despedirme del día escribiendo. Y, bueno, fregando, claro.

martes, junio 06, 2017

Preludio

Buscar entre los recuerdos a veces es contraproducente. Vas tirando del hilo y te encuentras con cosas que no esperabas encontrar. Palabras que en su momento no te hirieron. O quizá sí, pero ya habías olvidado ese dolor. Con el paso de los años ya no eres tan ingenua. La coraza es más efectiva y la distancia en el tiempo aclara las ideas.

Llegan los reproches y te vas con un sabor agridulce a la cama, te cuesta conciliar el sueño.

Pero en un momento, en ese preciso momento between darkness and the dawn te das cuenta de que a pesar de lo sufrido, mereció la pena el camino iniciado. Que aquellos primeros pasos tímidos, aquel susurro... fueron el preludio de un viaje que no terminará hasta que el último aliento de la memoria escape para siempre.

Y te despiertas, y buscas entre cajas el recuerdo que marcó, sin saberlo, un inicio. Y das paso a  la luz tenue que poco a poco se convirtió en cegadora. What started as a whisper, slowly turned into a scream... Pero qué grito más vivo, más hermoso. Llenando el aire que respiraba, que respirábamos.

No sé si cualquier momento pasado fue mejor. Pero el futuro también se convertirá en pasado en algún momento. Por ahora lo más sensato será desterrar fantasmas. Y abrir los ojos y dar paso a tu mirada. Dejarse llevar.

Vuelve

¿Para qué?

Si nunca te has ido. Déjalo. Llevas noches visitándome. Pero yo no sé si tú me ves a mí.

Toda esta espiral en la que estoy... ¿por gusto? No, quizá solo sea por aburrimiento.

Voy a ver si me dan un teléfono nuevo. Así tendré tiempo para teclear.