miércoles, febrero 22, 2006

Notición

Esta tarde me voy a acercar a las clases teóricas de la autoescuela ¡A empezar con los tests! Ya, ya sé que ir a la autoescuela no garantiza nada, que mucha gente se lo ha sacado sin ir una segunda vez a las clases teóricas...pero, ¡qué queréis! me hace ilusión. Je, je.

Fíjate, al final, todo llega:


  • El final de una cuenta atrás (léase 'Ciento treinta y tres')
  • La ansiada paga de febrero después de los excesos (léase 'Coincidencias')
  • San Valentín (léase 'Mi ventanita')

Y ahora empieza mi progresivo abandono del rol chica-peatón o en su defecto chica/paquete a chica-conductora. Bieeen. Bueno, claro que esto es sólo el comienzo pero todo llegará. Dentro de un tiempo (espero que no mucho) empezaré con mi primera clase práctica (jaaaar, agarraos bien de los pelos antes de cruzar la calle) y al final llegará el día en que me den el carnet por puntos, uuh, que luego los puedes canjear por dados rosa fucsia para colgar del retrovisor, ja, ja (perdonadme la estupidez).

Lo mejor (y lo peor) de la llegada de todas las cosas es que, casi siempre, cuando lo hacen, echas la mirada atrás y encogiéndote de hombros te dices: psché, tampoco era para tanto. Si era algo que temías, descubres que no era para tanto y te alegras. Si era algo que esperabas con mucha ilusión, descubres que no era para tanto y...¿te decepciona?

Pues eso, que el notición...tampoco era para tanto (je, je).

jueves, febrero 02, 2006

El viento del norte y el sol

Hay un cuento que siempre me gustó mucho, incluso podría decir que es mi favorito. Cuentan que un día el viento del norte discutía con el sol sobre quién era el más fuerte de los dos. Entonces vieron salir a un hombre de su casa con abrigo y sombrero y dijo el viento: "Bien, el que consiga quitarle el sombrero a ese hombre en menos tiempo, será el más fuerte" El sol aceptó y le concedió al viento el honor de ser el primero en intentarlo. El viento empezó a soplar, y sopló y sopló. Y como el viento del norte es un viento gélido, el hombre hundía más y más la cabeza en su abrigo y se sujetaba con mucha fuerza el sombrero. Después de muuucho tiempo intentándolo, el viento dejó de soplar y dijo: 'Es imposible. Debe de llevarlo pegado a la calva'. El sol sonrió y dijo: 'Ahora es mi turno' y comenzó a brillar en todo su esplendor. El hombrecillo empezó a sudar, se quitó el abrigo, se quitó la chaqueta, y al poco tiempo, se quitó su bonito sombrero y comenzó a abanicarse con él...

Bien, pues a pesar de todo, una comete errores y ¿os acordais de cuando eché a un viejo fantasma y a mi archienemiga por la ventana al frío de la noche? Pues bien, no funcionó, hoy han vuelto. Claro que esta vez, después de que me hicieran llorar de nuevo, me he acordado de esta historia y les he hablado dulcemente... Y después me he despedido de ellos con educación y dejándolos sentados en el banco de un parque cogiditos de la mano. Lo que no pudo hacer el viento del norte, seguro que sí lo hará el agradable sol de las cinco y media de la tarde.