sábado, noviembre 21, 2015

viernes, noviembre 20, 2015

Hasta mi alma

Te di todo lo que era, pero no fue suficiente.
Claro que no fue suficiente. Porque siempre guardabas algo para ti.
...
No pasa nada. No creo que lo hicieras a propósito. Supongo que era miedo.
Puede ser. Pero creo que tú tampoco te entregaste.
Yo sí. Siempre me entregué en cuerpo y alma.
Si tú lo dices...


lunes, octubre 26, 2015

Tuya y mía

Un olor corriente y aquí te tengo otra vez. Qué estupidez seguir así, ¿verdad? Con la cabeza dándome vueltas cada vez que te acercas a mí, aunque sea en forma de fantasma. Perdona, no sé quién es peor, el invitado o el anfitrión. ¿Me pongo cómoda mientras preparo la cena? No, mejor hoy me arreglo para salir y si quieres, vienes. Y si no, pues tampoco hay que hacer un drama, ¿no? Aquel tiempo fue muy dulce. Gracias por todos esos momentos. La alegría fue compartida. La vida fue nuestra.

viernes, octubre 23, 2015

¿Y qué decir?

Cuando el mundo se desmorona
Y el corazón se detiene
Y tu cuerpo pasa a ser un títere
que camina, que respira
por inercia.

Cuando el suelo a tus pies se desvanece
Y la crueldad de la vida te desgarra
Hasta que de ti solo queda
un vacío inmenso.

Convertida en un despojo de tu ayer
Un montón de cenizas
¿Qué palabras puedo decir
para borrar tu tristeza?

El miedo atroz, la pena negra.

Nadie sabe de qué lado caerá la moneda.

lunes, octubre 12, 2015

Una década

Hace justo diez años y un día (uy, esto me recuerda a la canción de Pimpinela) dedicaba mi día festivo, entre otras cosas, a ir de compras a uno de los más grandes centros comerciales que hay cerca de mi casa. Gracias a lo que quedó registrado aquel día en este blog, sé que fue un día gris, como el de ayer. Aunque ayer también hizo sol, a ratos (eso ya lo recuerdo yo hoy de primera mano).
 
Para celebrar tal onomástica, ayer decidí ir también de compras. Pero esta vez en lugar de ir sola y quedar después con una amiga, fui directamente de compras con una amiga, 'vermuteamos' y comimos juntas y después quedé con otra para tomar el café (aprovechando el día a tope).
 
En realidad esa es una de las otras diferencias que se pueden encontrar entre aquel día de 2005 y el de ayer. Creo que podría encontrar hasta un total de siete, como en los pasatiempos del periódico. Destacables:
  • Cambié el mega centro comercial por el Rastro (que si me apuro, como que casi hace diez años que no iba por allí).
  • Ya no fui solo en autobús, sino que primero cogí el coche (I'm in love with my car) hasta la zona donde vive  mi amiga del café de ayer  y luego cogí el autobús de la EMT hasta Embajadores, que por cierto, ahora ya no son rojos, como hace diez años, sino azules-que dicen que el cambio fue por lo del azul del cielo de Madrid, pero no sé si cuela-, ejem, como dirían aquellos magos del humor "la próxima semana, hablaremos del gobierno".
  • Solo compré un artículo (cachis, en el blog no puse qué compré hace diez años, pero supongo que algo más que una sola cosa) y un artículo con personalidad, con ese olor fuerte a lana que tenía olvidado, no como esas prendas de franquicia que huelen a nada.
Hay muchos más cambios (no vamos a hablar de los kilos y de las arrugas, hoy no), aunque no todos los cambios que aquí obvio son a peor, frívolamente hablado, claro. Sí, lo digo por lo de, como diría Kang, el marciano de los Simpson, el "crecimiento de masa corporal" y los ya más que visibles "signos de la edad" (qué mala es la publicidad, cómo se nos tatúa en el cerebro), que no son positivos, no. ¿O sí? Bueno, lo de los kilos, no, claro: las articulaciones, el corazón, el fantasma de la diabetes,... Pero las arrugas son signo de que seguimos aquí, vivos. Eh, un momento, que había dicho que no iba a hablar ni de kilos ni de arrugas.
 
En fin, que tampoco voy a hablar de grandes cambios trascendentales, porque ayer ya tuve una dosis suficiente, sin querer, de dolor al final del día. No, este quiero que sea un post alegre. Aunque como dicen en la peli de "Inside Out" sin los recuerdos tristes no podrían existir los alegres. O algo así, ¿no?
 
Perduran las amistades de entonces, que ya es bastante, después de estos diez años con tempestades, vaivenes de la vida, riñas y distanciamientos. Pero hoy volvemos a vernos con cierta asiduidad, aunque algunas amistades han sufrido grandes cambios. Y lo mejor, lo mejor es que a día de hoy cuento con unas cuantas amistades más, personas increíbles que hace diez años no conocía. Personas que me enriquecen, con las que aprendo mogollón, que son algo más que inteligentes: sabias, con las que conecto también en el sentido de la belleza en el arte.
 
De hecho, ahora que lo pienso, las dos amigas con las que quedé ayer, no las conocía hace diez años.
 
Hace unos años, quizá un lustro, mi padre me dijo  que los verdaderos amigos son los de la infancia, porque cuando uno se hace mayor ya se acerca a los demás por interés. Pero creo que no, que hay gente estupenda por ahí y que no siempre une el interés, sino más bien los intereses comunes: la música, el teatro, la profesión,...
 
De todas formas, volveré a hablar a mi padre del tema. Porque en estos últimos tiempos frecuenta a unas personas que creo que puede llamar amigos, de esos de verdad, de los que se cuentan con los dedos. Quizá, después de este tiempo, ha cambiado de idea.
 
 

jueves, octubre 08, 2015

Seremos aire

Seremos aire, seremos
Cálido recuerdo.
Suspiro en la orilla
donde el agua duerme.

Seremos un golpe de mar,
la línea del horizonte.
Un eterno descanso.
Una palabra dulce.

Seremos el júbilo aquel
que retiene la vida.
La mirada nueva del viejo lar,
la suave brisa.

Porque aquello que fuimos
no se perdió.
Seremos sueños por cumplir.
Seremos...
Tú y yo.


domingo, septiembre 27, 2015

Ensoñación

Cerramos los ojos y nos soñamos
Tú y yo a kilómetros de distancia.
Pero al abrirlos nos vemos
Reflejos puros del alma

...y nos hablamos.

Ojos zarcos que se miran y hablan.

Aunque nuestras manos no se tocan
Y nuestros labios apenas se rozan
Las palabras que guardamos
siguen reconfortándonos

Habitan en nuestro interior
y las habitamos cuando
frente a frente
nos miramos.

Cerramos los ojos
Pero seguimos vivos.

domingo, julio 19, 2015

Inspiración

Ayer volaba en un avión atestado de gente. Suerte que el viaje no era largo porque me había tocado el asiento del medio (todo por ahorrarme los diez euros extra que costaba poder escoger asiento) y el tipo que tenía a mi izquierda, el que iba al lado de la ventanilla, no dejaba de resoplar y de menear una pierna, sí, justo la pierna pegada a la mía. En fin, saqué el libro que estaba leyendo en ese momento, suspiré profundo y me sumergí en las últimas páginas armándome de paciencia. El otro, el del asiento pasillo, se durmió rápido. Menos mal.

"En el bolsillo de delante de sus asientos encontrarán las instrucciones de seguridad"... dice una voz. Los azafatos se sientan. Despegamos. Le ha vuelto a dar el tembleque al tipo de al lado. Uf, me cuesta horrores centrarme en la lectura. ¿Pero no parará de una vez este petardo de moverse? Unas niñas en los asientos del otro lado juegan con un aparatito que hace un ruidito simpático cada dos por tres. Ruidito que cuando lo has oído cincuenta veces ya te enerva un poco los nervios. Suerte que al abuelo que las acompaña también le molesta y les pide que lo dejen ya. El abuelo sigue con su periódico y las niñas se entretienen con quién sabe qué. Yo sigo leyendo mi libro. Pasan los azafatos con el carrito. "¿Desean algo de la carta?" No, gracias. Ya queda poco para el final, pero la historia no termina de engancharme. 

El del tembleque se ha puesto a trastear en su móvil y parece que su pierna ya no tiene vida propia. Levanto los ojos y me fijo en el hombre que se sienta delante del bello durmiente que dormita a mi derecha. Tiene un portátil y está escribiendo algo. Me inclino un poco y entre los asientos consigo leer el comienzo "INTERIOR DE LA CASA-DÍA", y  a continuación algo así como: "Vemos una puerta desde el interior de una casa, se va abriendo el plano y divisamos..." ¡Anda! Está escribiendo lo que parece un guion cinematográfico, qué curioso.

Fíjate, con este entretenimiento no contaba yo. El hombre escribe, corrige, borra, vuelve a escribir. Y yo le observo y leo su pantalla desde mi asiento. Después de un rato le pone título al documento. Ah, mira, qué pintoresco. El escritor percibe algo y veo que me mira por el rabillo del ojo. Me escondo tras mi libro. No, si yo estaba aquí con esta novela en papel, tranquilo, mira cómo leo, mira cómo paso la página, mira, mira. Atravesamos unas pocas turbulencias, el pasajero durmiente se despierta. El comandante nos dice que en una hora llegaremos a nuestro destino e informa del número de las puertas a las que deben dirigirse los que hacen escala. El escritor parece atascado. Borra. Escribe un poco más. El bello durmiente vuelve a dormirse. Ahora me intereso más por mi libro, la historia llega a su fin. ¿Cómo? ¿Así termina? Pues vaya. Cotilleo otra vez el trabajo del escritor, pero el guion no ha avanzado mucho desde la última vez que eché un vistazo. Parece que la inspiración no fluye. Nuevo aviso del piloto, estamos a punto de aterrizar. El escritor cierra el documento, apaga el ordenador y guarda el portátil. Vuelve a mirarme de reojo. Ya no tengo libro tras el que esconderme, lo guardé hace un rato en el bolso. Sonrío. Él desvía la mirada con fría indiferencia.

Aterrizamos. El durmiente se levanta rápido a recoger su equipaje. A ver si  con un poco de suerte conseguimos salir pronto de este avión. Me quedo medio de pie medio apoyando una pierna en mi asiento. Parece que nos costará aún un ratito salir. Enciendo el móvil, leo algún mensaje del whatssap, contesto. La gente en el pasillo comienza a avanzar. Se me escapa una sonrisa. El durmiente cruza su mirada con la mía y también sonríe. Parece que dormir viene mejor para el humor que pelear con las musas en pleno vuelo frente a un ordenador. Salgo de mi cubil y al avanzar lanzo mi última mirada al escritor, que me devuelve otra mirada gélida. Lo dicho. No es bueno escribir en un avión para el humor.

sábado, junio 13, 2015

Página quince

En el último mes me he ventilado cinco libros, y ya voy por sexto. Me ha picado de nuevo el gusto por la lectura, y aprovecho la racha para leer todo lo que cae en mis manos. Bueno, caer, caer, no caen del cielo. Los primeros llegaron un día que entré en la Casa del Libro buscando inspiración para un regalo. Al final salí sin el regalo pero con cuatro libros para mí. El siguiente lo compré mientras esperaba a unos amigos (un día de esos raros en los que llego pronto a una cita) y muy oportunamente el Corte Inglés había sacado libros a la calle con motivo del 23 de abril (aunque acabábamos de estrenar el mes de junio). Este que tengo ahora en mis manos fue la recomendación de una amiga en plena Feria del Libro de Madrid. Me está gustando, aunque al principio me ha costado acostumbrarme a la falta de puntos. Bueno, haberlos 'hailos', pero el autor no los usa con gran asiduidad y las frases son kilométricas, aunque después de unas cuantas páginas terminas por acostumbrarte.

He aquí un fragmento:

"(...) un vestido amarillo debajo del cual no había nada más que su piel y un tenue olor a espuma de baño, a perfume y a cuerpo femenino, pero también, al cabo de unos días, olía a él mismo, a su saliva y a su semen, los olores tan mezclados como los recuerdos y las identidades, como sus dos voces que enumeraban y celebraban en la penumbra de un tiempo sin horarios ni fechas: mañanas, atardeceres, noches y madrugadas en las que una luz incolora y luego azul se iba estableciendo en la habitación mientras él la miraba dormir, eligiendo en varios idiomas palabras para nombrarla igual que elegía las caricias que la condujeran gradualmente hacia el despertar, con un instinto tranquilo no de poseerla -porque nunca había sabido ni querido poseer lo que más le importaba- sino de halagarla y cuidarla, de borrar con el influjo de su paciencia y su asidua ternura todos los infortunios de su vida y hacer posible esa sonrisa perezosa que le brillaba en los ojos y en los labios cuando le rebosaba el gusto cumplido del amor, (...)"

Ni un punto, oiga. Y antes y después hay un montón más de palabras... Pero una vez que te acostumbras al ritmo, se paladean con gusto las palabras tan bien hilvanadas. El título del libro es El jinete polaco y su autor, está hoy de santo, es Antonio Muñoz Molina.


jueves, abril 23, 2015

Space Captain


miércoles, abril 15, 2015

Sol

Como siempre, cada vez que disfrutamos de unos días de cielo azul y limpio, calorcito agradable, paseos pausados... y de pronto, cambia el tiempo, llegan las nubes y volvemos a sacar el abrigo, es difícil no dejarnos llevar por un sentimiento de pérdida, de morriña por esos rayos de sol y echamos en falta la luz de las tardes, la agradable sensación de conducir con la ventanilla bajada, el calor amable.

Es una pena, suave, pero pena al fin y al cabo. Lo que tiene vivir bajo la influencia de un clima cálido, con sus cuatro estaciones. El tiempo cambia. Y nuestro estado de ánimo también.

Pero nos queda la certeza de saber que estamos en abril, que vivimos en el hemisferio norte y que poco a poco la luz irá venciendo, que volverá a hacer sol, que en pocos meses lo que echaremos de menos serán las nubes y la lluvia que calme nuestra sed.

sábado, marzo 21, 2015

Vivimos

Subiendo, bajando, haciendo piruetas.
En el aire, junto al mar,
En la almohada de tu pecho.
Dulce lecho en el que reposar,
solo un momento.
Y luego seguir amando
para seguir viviendo. 

domingo, marzo 15, 2015

Escribo

Escribo cosas alegres sobre un fondo de color.
Las tristes las dejo en el tintero.
Y allí, en el negro espesor de la tinta,
quedan enterradas.
Como dinosaurios atrapados en un mar de brea.


martes, marzo 03, 2015

Ni más ni menos


jueves, febrero 19, 2015

La vida pasa...

... Y todo cambia.

A veces de golpe, en un crujido del alma.

Pero otras tantas, aquello que nos rodea se atenúa en nuestro corazón poco a poco. Como una tarde que va dando paso a la noche. El sol se pone, despacio. La luz va cambiando. Tratas de capturar cada instante y guardar en la retina la hermosa paleta de colores que la atmósfera nos regala en el cielo. Rojo, anaranjado, añil... Pero todo esfuerzo es en vano.

Cae la noche.

Llegó el olvido.