lunes, noviembre 18, 2019

Jagged Little Pill

Bueno, bueno, bueno... Pues parece que van a hacer un musical titulado igual que el album del debut internacional de Alanis (los dos anteriores habían sido publicados en Canadá). He visto un par de vídeos en las redes y tiene buena pinta. Ahora que ya llevo un par de años haciendo teatro musical (eh, por fin me saqué esa espinita) me he dado cuenta de que de todas formas sigo prefiriendo el teatro, teatro. Y este año promete. Arthur Miller, ahí es nada.

En fin, que en cuanto acabemos de montar el segundo musical en el que me he embarcado, me tomaré un descanso. Y más adelante, ya se verá. Ayer, no, el sábado lo hablaba con una buena amiga que conocí al apuntarme a teatro musical, nuestra fantástica Deloris. Ella también lo deja, por ahora. Y me decía: "¡No paras! Entre trabajo y ensayos de teatro y de coro ¿te da tiempo a descansar? ¡Qué vida tan intensa!" Y yo le contestaba que resulta curioso, porque a veces tengo la sensación de que no hago suficiente, de que la vida que vivo en esta última década está algo estancada. Como si en realidad hubiera algo que se me escapa, una vida diferente que es la que debería estar viviendo. Una vida paralela que no se cruza conmigo, pero que me lanza ecos desde un lugar invisible.

Quizá no sea la única a la que le pasa eso. Imagino que no. Quiero hacer balance de esta última década y me parece que no hay muchos hitos que señalar. Aunque una buena amiga y compi del cole me dice hoy "¿cómo que no? ¡¡Has actuado en el teatro romano de Mérida!!" Caray. Es verdad. Y cantado en el auditorio nacional, frente al palacio de Cibeles, en el teatro Lope de Vega, en Londres y otras ciudades en la mini gira por UK (vale, en iglesias pequeñitas, pero algo es algo)... Sí, cierto que el mundo 'artistil' me ha dado grandes momentos y estupendas personas que además de brindarme su amistad también me han abierto el corazón a paisajes soñados (Venecia, Buenos Aires, Mendoza...) y otros muchos más cercanos.

Mientras escribo, escucho el disco. No sé dónde estará la cinta que me grabó Jose, el chico de mi grupete de los quince a los dieciocho al que también le gustaba Alanis. Lo escucho por Youtube (soy una rata, no tengo ni Spotify, y eso que mi primo me ofreció compartir su suscripción). En fin. ¡Qué de recuerdos al oírlo! El vídeo por la que la conocí, Ironic, y el gran parecido del interior del coche con el del Chrysler de mi padre. Las canciones que me impactaron en su momento, las entrevistas que leía en esas revistas para jóvenes que ya no existen. Y Jose y aquel grupo de nuestra juventud, aquellos que soñábamos con nuestro paso a la Universidad, con nuestra mayoría de edad inminente.  Ayer fue su cumple, el benjamín del grupo. Nos felicitamos por el grupo de WhatsApp correspondiente. "Ya no cumplimos 40", que se suele decir, jeje. Y me parece que, al igual que aquellas revistas y aquellos programas musicales extintos, nosotros también desaparecimos un poco. Como aquellas tardes infinitas de verano en las que intuíamos las vacaciones y jugábamos despreocupados a las cartas en los parques compartiendo chuches y algún mini, imaginando que los 'taitantos' estaban a años luz de nosotros... (Jolín, ahora suena Mary Jane y se me saltan las lágrimas).

Y bueno, que el disco de Alanis me trae grandes recuerdos de aquella época dorada en la que empezaba a conocerme y a dejarme brotar. La antesala de los años de universidad, los más luminosos, el preludio de los años convulsos y estimulantes de la veintena... 

Luego Alanis dio un giro que no me enganchó. Pero nunca olvidé ese primer disco, en forma de cinta de cassette, regalo de Jose (oye, que las cintas vírgenes costaban lo suyo y en nuestras casas había que gastar poco) mientras me contaba un sueño que había tenido en el que los dos viajábamos a Londres y nos pasaban aventuras inverosímiles. Debería escucharlo más a menudo. Además, ahora, con todo lo vivido, ciertas canciones adquieren mucho más significado que cuando las escuchaba con apenas diecisiete. Como la de Head Over Feet, que a día de hoy me hace retroceder a otro 18 de noviembre, el primero después de la creación de este blog. Y me sonrío. Y rebobino. Bueno, calla, que en Youtube no se rebobina...