martes, septiembre 12, 2017

Día de asueto


Estamos en fiestas villanas (de la villa donde vivo) y como suele pasar cuando tienes un día suelto en mitad de la semana laboral, al final del día te das cuenta de que no has hecho mucho, o más bien casi nada de lo que te habías propuesto hacer.

Pero seamos benévolos con nosotros mismos. Total, es un día de fiesta, ¿no? De vez en cuando hay que hacerse un regalo. Aunque solo sea darse tiempo para hacer el vago.

El tiempo transcurre dulce. Y vuelvo a mirarme en ti. De nuevo me parece que tus ojos quieren decirme algo más que las gracias que me das al despedirnos. Pero a lo mejor son ilusiones mías, o un espejismo de agua azul en mitad del desierto. Quizás.

Yo, por si acaso, seguiré bebiendo agua a sorbitos, que al final es lo que mejor quita la sed.

Tener fiesta un martes es como recibir un regalo sin envolver. Parece que si al menos hubiera sido lunes, luciría mejor. Pero al final el regalo es el mismo: 24 horas. Un día más (o menos).

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