sábado, marzo 14, 2020

Cuarentena

Justo hace una semana recibía un mensaje en el móvil "La semana que viene cierran los coles y hay cuarentena. Compra comida". Le pregunté: "¿por qué lo sabes?" Y me contestó "Me lo ha dicho el sentido común". Eran las 20:29h del 7 de marzo. Hoy, una semana después, aquí tengo el transistor al lado de mi ordenador y estoy escuchando el mensaje que está dando Pedro Sánchez. Ahora mismo está terminando la comparecencia sobre el decreto de alarma dando las gracias. En fin. 

El lunes fui al cole, con normalidad. Ahora trato de recordar algo de esa mañana, pero a parte de que no me tocaba patio y que me puse fina en la sala de profes... no recuerdo mucho. Sé que los niños se portaron regulinchi porque luego, en la clase de pilates, me quejaba a la profe y a mi compi diciéndoles que se habían portado fatal y que si cerraban los coles, casi que lo agradecería (luna llena y buen tiempo, mala combinación). Pero todavía creía que era algo impensable. Mi compi de pilates, que trabaja en un instituto de secundaria, me dijo: "bueno, ahora mismo se están reuniendo, cuando termine la clase ya sabremos si cierran o no". Y al salir de clase, miró su móvil y me dijo que todavía no habían terminado. Veinticinco minutos después recibo un mensaje de mi directora con el enlace a una noticia: "Ayuso cierra todos los colegios, institutos y universidades de la comunidad de Madrid". A partir del miércoles. Y que como no hay instrucciones claras, que al día siguiente preparemos el planning de trabajo para el alumnado durante 15 días. Esa noche dormí del tirón. 

Como me había acostado pronto, me desperté a las siete y decidí acercarme al supermercado, abre las 24h.  La noche anterior, en un chat de amigos, alguien había enviado la imagen de unas mujeres australianas pelando por un paquete de papel higiénico. Así que, sí, compré papel higiénico, claro. Y yogures, pescado congelado, un par de pechugas de pollo y papel de cocina. Fui al cole. Me faltaron cuatro. Al resto les dije que tenía intención de dar clase, ya que no sabíamos cuánto tiempo iba a durar esta situación. (A todo esto, ahora mismo me está diciendo mi amigo, el vidente, el de los mensajes de antes, que su segunda predicción es que esto dure hasta julio ¡Horror!). No tuve clase con mis otras clases, solo con mi tutoría. Mi compi de nivel ya se me había adelantado y había preparado un documento con casi toda la tarea programada, le digo que yo me encargo del resto. Locura de día. Pero a pesar de todo, he de reconocer que aunque estaban muy nerviosos y  al final de la jornada hubo un conato de conflicto gordo, se portaron bastante bien. Repartí las instrucciones y las fotocopias pertinentes. Tres se ofrecieron voluntarios para entregarles la tarea a otros tres de los que no habían venido. Me quedaba uno colgado. Bueno, ya llamaré a su casa. No conseguí ponerme en contacto. Reunión exprés. Los profes tenemos que seguir viniendo. Vale. Le he dicho a los niños (los de las tres clases) que me dejen los cuadernos de inglés para corregírselos. Tengo tarea para rato.

El miércoles vamos al cole. Me pongo con los cuadernos. Tenemos una reunión a media mañana. Nos dan instrucciones. No habrá reuniones de evaluación. Cada cual vuelca sus notas en la aplicación. Me pillo un agobio tonto porque hay que colgar en la web las tareas que hemos mandado y publicar los criterios de calificación. Al final lo resuelvo sola (mi compi se había ido a relevar a su marido en el cuidado de la prole) y oye, que también me dicen que ha venido a por la tarea la tía del niño que se me había quedado descolgado (se la había dejado preparada en secretaría). Sigo con los cuadernos (y la música de Youtube) en mi clase. Charlo con las profes de 5º. Y al rato nos llaman para que bajemos, que echamos el cierre.

El jueves se presenta igual. Pero a media mañana nos dicen que no, que nos mandan a casa. Profesores, fuera. El equipo directivo tiene que seguir yendo (por ahora). No puedo llevarme los 60 cuadernos a casa. Me decido por llevarme los de la clase de 5º. Por la tarde me entero de que nos han suspendido una función chula que teníamos programada para el 3 de abril en Sagunto. Como dicen en Galicia: "era visto". 

Y ya, desde ese día, no he vuelto a salir. Bueno, ese jueves por la tarde me fui a dar una vuelta por los alrededores, alejándome del resto de viandantes y caminando casi campo a través. Pero me sentí culpable... Hoy me he conformado ejercitándome en la elíptica. Ayer tuve una clase de teatro vía Skype, una experiencia nueva. Y por lo demás, bueno, estoy cocinando comida sana. Volví al supermercado a por verduras congeladas y algo de fruta (manzanas y naranjas, que aguantan tiempo). Tengo el móvil siempre cerca. Hablo por teléfono con mis padres, mínimo dos veces al día. Hablé con Rosa, con mi amigo Sergio (que sigue en Nottingham y aún me hace reír con sus ocurrencias como hace ya... ¿diecisiete años? Pues sí, casi), con mi tía Mercedes. "Whatssapeo" en varios chats y con varios amigos. Terminé de corregir cuadernos. He volcado algunas notas en la aplicación (el resto lo haré ya el lunes, me tomo el fin de semana libre). Y bueno, lo llevo bien. No tengo con quién discutir. Hago y deshago a mi antojo. Pongo lavadoras, limpié el patio... Ahora estoy con un encargo que he ido posponiendo. Quien me lo encargó, la última vez que nos vimos en persona, me dijo que lo estaba dilatando porque le guardo un cierto rencor jajajajajaja. Quizá tenga razón. Empecé con ganas, pero después siempre encontraba una excusa para no ponerme con ello. Ainch, quién me iba a decir que aquel sería el último día que nos íbamos a ver en una larga temporada... Era el 5 de marzo. Snif. El abrazo que le dé cuando volvamos a vernos va a ser de órdago. De hecho creo que es lo que más voy a disfrutar cuando todo esto termine: Abrazar bien fuerte y bien largo a los amigos.