sábado, noviembre 25, 2006

Echando pensamientos al aire

Ayer se cumplían... a ver, déjame echar cálculos... ¿15 años? Sí, quince (je, curiosa coincidencia). Y no sé cuándo me di cuenta, pero seguro que fue avanzado el día. Y no sentí mucho al acordarme. Quizá sonreí con cierta mezcla de amargura y... bueno, no estoy muy segura de encontrar esa segunda palabra. Tal vez incluso los ingredientes son más de dos...

Cuando volvía a casa en el autobús, vi un cartel donde anunciaban una de esas ferias del disco antiguo a las que antes me gustaba tanto ir. Y volví a acordarme de aquellos días en los que un día como el de ayer sentía extrañar a alguien que nunca he conocido ni conoceré (a no ser que haya otra vida, claro y que nos toque quedarnos a ambos en el mismo sitio, que no sé muy bien cómo será la cosa). Je, je... qué raros somos a veces, ¿verdad?

En aquellos días escuchaba la misma música una y otra vez y nunca me cansaba.

Y un día ya no me apeteció escucharla más.

Poco a poco aquellos discos se fueron amontonando en un rincón y ahora es el polvo el único que acaricia aquellas portadas. Ya no hay aguja de tocadiscos para ellos, o lo que sea que utiliza el lector para leer los cds (rayo ultrasónico, ja, ja, ja), porque también tenía muchos cds piratas (pero me refiero al término pirata que se utilizaba antes de que existiera el top manta, el emule y todas esas cosas). Aquellas grabaciones en directo con el sonido tan poco depurado...

Y claro, vas asociando ideas y al acordarme de ese alguien que está sufriendo por amor (o desamor) me he preguntado si para el amor existe una única muerte o las posibilidades son infinitas. Y me he preguntado si es posible que en ocasiones muera como aquellos discos que ya no escucho. Sin dolor. Y cuando te asalta el recuerdo, como ayer, o como cuando se posan mis ojos sobre ellos por azar... sientes una mezcla en la que no sabes poner nombre a todos los ingredientes, pero no lloras.

En fin. Todo al final es hablar por hablar.

No hay comentarios: